Hace unos días, pensaba que por fin había encontrado trabajo otra vez.
Eramos seis personas las llamadas al curso de formación de 1 semana y sin cobrar al que nos habían citado. Que no hay que quejarse, que estamos en crisis y casi nadie paga la formación ya. No importan los riesgos laborales o que sea totalmente ilegal, no pasa nada.
Me levanté el lunes con una ilusión que no cabía dentro de mi. 2 años sin currar, imaginaros. Cargue mi bolso de ilusiones y un puñao de aire fresco y me fui a la dichosa empresa.
La mañana pasó bien; los apuntes pobres, la jefa algo rara y mal hablada, los compañeros geniales.
Oh que bien, el primer día nos dejan marcharnos una hora antes... ¡Para que luego te quejes, Dana!
Llego a casa y del calor, se me coge una jaqueca de campeonato que me obliga a tomarme 3 ibuprofenos en toda la tarde.
Aún así estudio y mas o menos me se la mitad de los apuntes que nos han dado.
Al día siguiente una señora, por llamarla de alguna manera, que el lunes parecía que nos daba la bienvenida a su empresa como trabajadores serios y adultos, nos lanza una serie de sandeces y banalidades, de bajezas a la moral y de faltas de educación que hace que te replantees si era la misma persona que viste ayer.
Y todo porque ya que no te pagan y ademas tienes toda la semana para estudiar, decidiste aprenderte la mitad del taco de apuntes plagado de tachones y faltas de ortografía que te dieron ayer.
Con 19 años, me hubiera levantado y le hubiera dado con los apuntes en la cara.
Con 28 se aguanta lo mismo, pero con más clase.
Aguanté heróica la charlita con tono de reprimenta de mi abuela cuando llegaba a casa a las 3.
Me reí con mis compañeros en la cafetería de la esquina de la situación. Cuando salimos de la oficina nos dimos cuenta que los 4 que quedabamos teniamos las ilusiones emigrando hacia la otra punta del mundo...más o menos.
Intenté meterme en la cabeza los dichosos apuntes, con la mala suerte de que tengo una amiga a la que le han robado en casa, de esas amigas que son como mi hermana, que coño como mi hermana, más bien es la madre que nunca he tenido y además su hija, que es como mi sobrina o mi hermana pequeña estaba en mi casa durmiendo unos dias ¡que coño! ¡a la mierda estudiar!¿Quien estudia escuchando y sabiendo que una amiga está tan jodida?
El lunes me peleé de nuevo con los apuntes, sopesé decirle a la sargento lo que me había pasado, pero donde no se tiene a razones, no hay explicación posible.
Y llamé a la Ett y le conté la situación.
La chica de la ETT se queda con la boca abierta, me cita el lunes que viene para otro trabajo.
Y entonces me imagino a la triunfadora de la histérica dadora de charlitas en tono de madre, sintiéndose grande y orgullosa por haber tirado a una de esas personas que solo "sirven para ser cajeras en el supermercado" y me la imagino sonriendo, sabiéndose poderosa, con su empresa de 20 empleados, su chalet enorme de dos plantas ( que no me extraña, necesita un par de habitaciones para meter el ego ) y su marido tan severo y perfecto. Y sonrio.
Sonrío sabiendo que pronto le darán una patada en el culo a todas las personas que ponen el dinero por delante de la dignidad de las personas, sonrío porque no puede ser de otra forma, porque al final de la guerra nos tocará ganar. Somos más y somos mejores señora aunque a veces, tengamos que ser cajeras de supermercado y sonreirle a gilipollas como usted, dándole los buenos días.
Eramos seis personas las llamadas al curso de formación de 1 semana y sin cobrar al que nos habían citado. Que no hay que quejarse, que estamos en crisis y casi nadie paga la formación ya. No importan los riesgos laborales o que sea totalmente ilegal, no pasa nada.
Me levanté el lunes con una ilusión que no cabía dentro de mi. 2 años sin currar, imaginaros. Cargue mi bolso de ilusiones y un puñao de aire fresco y me fui a la dichosa empresa.
La mañana pasó bien; los apuntes pobres, la jefa algo rara y mal hablada, los compañeros geniales.
Oh que bien, el primer día nos dejan marcharnos una hora antes... ¡Para que luego te quejes, Dana!
Llego a casa y del calor, se me coge una jaqueca de campeonato que me obliga a tomarme 3 ibuprofenos en toda la tarde.
Aún así estudio y mas o menos me se la mitad de los apuntes que nos han dado.
Al día siguiente una señora, por llamarla de alguna manera, que el lunes parecía que nos daba la bienvenida a su empresa como trabajadores serios y adultos, nos lanza una serie de sandeces y banalidades, de bajezas a la moral y de faltas de educación que hace que te replantees si era la misma persona que viste ayer.
Y todo porque ya que no te pagan y ademas tienes toda la semana para estudiar, decidiste aprenderte la mitad del taco de apuntes plagado de tachones y faltas de ortografía que te dieron ayer.
Con 19 años, me hubiera levantado y le hubiera dado con los apuntes en la cara.
Con 28 se aguanta lo mismo, pero con más clase.
Aguanté heróica la charlita con tono de reprimenta de mi abuela cuando llegaba a casa a las 3.
Me reí con mis compañeros en la cafetería de la esquina de la situación. Cuando salimos de la oficina nos dimos cuenta que los 4 que quedabamos teniamos las ilusiones emigrando hacia la otra punta del mundo...más o menos.
Intenté meterme en la cabeza los dichosos apuntes, con la mala suerte de que tengo una amiga a la que le han robado en casa, de esas amigas que son como mi hermana, que coño como mi hermana, más bien es la madre que nunca he tenido y además su hija, que es como mi sobrina o mi hermana pequeña estaba en mi casa durmiendo unos dias ¡que coño! ¡a la mierda estudiar!¿Quien estudia escuchando y sabiendo que una amiga está tan jodida?
El lunes me peleé de nuevo con los apuntes, sopesé decirle a la sargento lo que me había pasado, pero donde no se tiene a razones, no hay explicación posible.
Y llamé a la Ett y le conté la situación.
La chica de la ETT se queda con la boca abierta, me cita el lunes que viene para otro trabajo.
Y entonces me imagino a la triunfadora de la histérica dadora de charlitas en tono de madre, sintiéndose grande y orgullosa por haber tirado a una de esas personas que solo "sirven para ser cajeras en el supermercado" y me la imagino sonriendo, sabiéndose poderosa, con su empresa de 20 empleados, su chalet enorme de dos plantas ( que no me extraña, necesita un par de habitaciones para meter el ego ) y su marido tan severo y perfecto. Y sonrio.
Sonrío sabiendo que pronto le darán una patada en el culo a todas las personas que ponen el dinero por delante de la dignidad de las personas, sonrío porque no puede ser de otra forma, porque al final de la guerra nos tocará ganar. Somos más y somos mejores señora aunque a veces, tengamos que ser cajeras de supermercado y sonreirle a gilipollas como usted, dándole los buenos días.
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