26 de octubre de 2012

El te de las cinco :)


Una taza de te, por favor, de esas que resuelven todo, para resolver mi vida y para resolver el mundo. Quizás entre sus posos encontremos la forma de poner en orden este desastre de planeta que estamos dejando. Igual entre sus vueltas, bañandonos en sus aguas tintadas encontremos la forma de pintar cielos nuevos de azules que la mayoría de los humanos han olvidado.
Una taza de te, que resuelva el daño de los pueblos que asfixiados por sus políticos luchan con uñas y dientes para defender lo suyo. Como antaño, como Espartanos defendiendo Termópilas, quizás podamos arreglar el mundo dejando reposar el te, con un plato encima de la taza para que así los vapores permitan que el calor llegue a todos los corazones del planeta.
No, que yo no creo en los cuentos de hadas, yo no busco paraísos donde la violencia no exista porque creo que la violencia y el caos forman parte del todo, incluso del Te de las cinco. Que sería de esas reuniones sin las vecinas rebuscando por los rincones los defectos de la casa que ejerce de anfitriona, ese veneno que se quedara revuelto entre las servilletas cuando ellas se marchen con sus lenguas de víboras disfrazadas de buenos modales.
Una vuelta más, sujeta fuerte la cuchara, agárrala que no se te escape pequeña, igual así conseguimos ser más fuertes y dulces, o amargas y calientes o víboras refinadas! Quién sabe si perdida entre sus ondas llegaré a encontrar la forma de enfrentarme al mundo usando mis letras de escudo y de espada y así descubra que soy más de lo que he pensado siempre ser. Echame algo más de azucar, no dejes que me tome este trago tan amargo, princesa. Elige la morena que nunca me gustaron las cosas blanqueadas artificialmente, prefiero la dureza y los granos marrones que reflejan realidades grises no de colores que realmente no existen. Déjame que lo saboree y que experimente con el quemarme en la punta de la lengua, así recordaré que las cosas que se dicen tienen su peso, más aún que las piedras que pesan en el corazón  o que los granos de azucar al fondo de la taza.
El plato, hace que la taza cobre sentido, protege de las caídas y de las quemaduras y contiene a las rebeldes gotas de agua tintada que deciden no ser parte del te de las cinco y que quieren escaparse. Una gota de esas me sentí yo siempre, una gota o el conejo del mundo de Sofía escapando por la chistera de un mago que crea universos paralelos y entre las vueltas que da el mundo, las vueltas que le doy a mi taza y las vueltas que le estoy dando a esto, para poner mi obsesivo final, me pregunto si cuando yo salte de este texto también habrá un plato que contenga mi rebeldía y me impida ser en caminos sin relojes que obliguen a asistir a reuniones en torno a una infusión que fuera de contexto carece de sentido, eso si siempre con una cucharada más de azucar, por favor.