25 de noviembre de 2010

Por la mañana....


Me levanto y me asomo a la ventana. De nuevo las montañas de siempre, las casas de siempre, los coches de siempre. Me lleno de positivismo, me hago un cafe cargado y dando el primer sorbo compruebo, que le falta consistencia. Que echo de menos el espesor y la amargura de cafes más lejanos pero más cercanos al corazón.

Πρέπει να πάω σπίτι

17 de noviembre de 2010

Saltando del caldero.


39 lunas rondando en mi cabeza.
Hay caminos que terminan y de alguna forma lo sabes cuando pasa. Han pasado muchos dias desde la última vez que me sentí en mi sitio dentro de un caldero que para mi ya no daba más de si. Adoraba a mis compañeros de poción, pero aquellos limites en mi vida me estaban matando.
Al fondo, ves la puerta abierta, ves como el caldero va dando vueltas y te empuja a cerrarla, pero te niegas. Te niegas sabiendo que haras daño, sabiendo que la gente no lo va a entender, sabiendo que ahora serás tu la mala de la película. La bruja malvada que devora niños y vuela por la noche en escobas.
Pero lo cierto es que desde que volví de Grecia nada ha sido igual. Mi energía se desvía de las vueltas del caldero y no tenía mucho más sentido continuar.
Pienso en la gente que se ha ido, pienso en el comienzo, aquel día en la casa de la abuela del Caldero, la primera en retirarse. Recuerdo todo lo que aprendí de ella y lo valiente que fué cuando dijo "me voy" y toda la mierda que pasó despues. Recuerdo cuando eramos un montón y casi necesitabamos otro coche para llegar al Escorial. Recuerdo las noches en vela de risas, las kedadas, los sueños.
Ahora me enfrento al camino de nuevo. Ya no soy la niña de 24 años que era cuando comenzaron mis vueltas en el caldero. Cuando fui un ingrediente más en la poción que es hoy. He saltado, he llegado a la puerta, he cruzado el umbral y he cerrado, no sin antes prometerme hacer las cosas bien y volver a saludar de vez en cuando, pero el portazo resuena en mis oidos de tal forma que ataladra la paz que siento por haber tomado el camino que considero correcto. El eco de la puerta cerrandose me recuerda que tras ella hay personas a las que jamás olvidaré y con las que espero seguir caminando en otros caminos fuera de ese caldero, que espero siga dando vueltas por muchos muchos años.
Gracias a todos los que habeis compartido conmigo un camino que ahora termina. Sin excepción, a los que os habeis ido y a los que os quedais.