22 de agosto de 2010

Destino Atenas, llegada ( primer viaje ) primera parte


Llevaba toda mi vida soñando con hacerlo y aquella mañana había cogido un autobús dirección aeropuerto para irme, con mi mochila llena de sueños y 100 euros, a la otra punta del mundo, a casa.
Lo recuerdo todo muy rápido. La noche anterior no dormí, era la primera vez que viajaba sola y además al país de mi vida. El miedo de ir sola, más el miedo de que la Helade actual no diera la talla, quizás por haberla idealizado demasiado, jugaban su propio partido de rugby en mi estómago haciendo que no consiguiera dormir en toda la noche.

Y allí estaba, a las 11.00 de la mañana frente a una pantalla que anunciaba mi vuelo de Aegean. Azul, sobre letras amarillas y mayúsculas "ATENAS", mirando casi descreída como el sueño de mi infancia se materializaba minuto a minuto.

Antes de partir, llamadas nerviosas de mis amigos, lágrimas de tristeza recordando a Liz y su cara en la cola de seguridad,por quedarse en Madrid con su mano en lo alto diciendome adiós y sus ganas de subirse al avión conmigo.

Escuchar un "Kalimera!" al entrar al avión hizo que mi alma saltara, "Kalimera" respondí con mi griego de turista friki pero con el corazón ya más allí que aquí. Como si todo estuviera hilado de la forma más perfecta en los altavoces sonaba la música de Zorba el griego. Sonreí cuando con el avión lleno observé que mi asiento no estaba en el ala y que al llegar a mi destino, podría ver ese mar azul y blanco que tenía por nombre la compañía que me llevaría a Grecia. No se donde se fueron mis nervios, pero ya no estaban allí. ¿Como iba a tenerlos? Volvía a la tierra que mis pies llevaban echando de menos desde que tengo uso de razón.

En el avión, leí casi todo el viaje, me asomé por la ventana al salir al mar y sobre Córcega cerré la ventanilla un rato cuando el GPS indicó que pasábamos por Italia ( una vieja promesa "no ver Italia, antes que Grecia") me comí con una felicidad impropia mi moussaka congelado y mis macarrones como almuerzo en el avión y recé mucho a Hékate y a la mismísima Atenea para que las nubes que cerraban la vista a nuestros pies desaparecieran al llegar a la Helade.

Me dormí una media hora antes de llegar.
Cuando abrí los ojos y miré por el ojo de mi avión, ese que me enseñaba hace un rato un manto de nubes, me encontré un mar salpicado por mil islas de diversos tamaños, un nudo en mi garganta y mis ojos llenos de lágrimas
-Hellas- me dije a mi misma.
Mis ojos se cerraron cuando las ruedas tocan el suelo, en mi mente suena un -Ya está, ya llegué- Y si, mi primer pensamiento en aquel bendito país, fue para aquel lazo blanco que llevaba atado en mi mano, que dejaría más tarde en el monte de la Acrópolis.

Antes de bajar del avión y hablar con nadie más, llamé a Lizian por teléfono -Nena! Ya! Ya llegué!- y de esa llamada nació la frase más estúpida que he dicho jamás -Está todo en griego!- (Bien Dana, en que esperabas que estuviera, en morse? XD)

Los primeros pasos en aquel suelo; respirar, coger aire, sentir que los pies no te pesan. Me eché mi mochila al hombro y como no tenía más equipaje que esperar, me lancé a la calle, no sin antes sonreirle a la cafetería Leonidas, que corona la salida del Venizelos y a la tienda de discos, donde vendían CD's de cantantes que todos los días retumban en el altavoz de mi casa, que subidón ver a Anna Vissi en las estanterías ;)

Las puertas del aeropuerto se abren y mi primer paso, fuera. Seré consciente siempre de ese primer momento y de mi primera respiración allí. Soy fiel a cumplir mis promesas, así que caminé un poquito y me fui a una esquina del aeropuerto, con calma. Me senté en el suelo, contemplé las montañas que me rodeaban, no eran tan distintas a las españolas pero a mi me hacían tan feliz! Moví las plantas de mis pies en el suelo una y otra vez para volver a convencerme de que pisaba suelo Heleno. Entonces puse un beso en la punta de mis dedos y despacio, suavemente toque el suelo con ellos, cumpliendo mi palabra "El día que llegue a Grecia, besaré el suelo" y de un salto, y allí donde los pies no pesan y el alma esta tan contenta que da botes de alegría, decidí plantarme la mejor sonrisa de mi vida en la boca para coger el autobus X95 que me dejaría en el centro de Atenas después de una hora de recorrido :) pero eso, ya es otra historia....

18 de agosto de 2010

Hace más de dos mil años....


Por enseñarnos que es el valor, el honor y tenerlos tan bien puestos, hoy mis velas arden por ti y por tus hombres, Espartano.

4 de agosto de 2010

Señales

Un futuro sin señales.
Esta vez no hay rotulos que marquen su nombre en rosa cantoso, del que te hace daño en los ojos solamente con verlo. No hay camiones que griten el nombre de mi compañera a voces, ni los niños me van marcando su nombre a cada paso que doy.
Yo, que toda la vida me la pasé buscando señales, para creer que estaba en el buen camino hoy no veo más señales que las que me mandan sus ojos.
Me derrito en las curvas de su cuerpo y me acuerdo, cuando emocionaba el corazón me brincaba al ver "una señal más".
Y nuestro amor es el más puro sin estar justificado por nada más que por lo que sentimos. Parece poco, verdad? Si hubierais visto sus ojos atravesando la oscuridad ayer, para encontrarse con los mios no necesitariais luces de neón para saber que es Ella.
¿Y cuando sobra la piel? ¿Quién quiere indicaciones hacia el cielo cuando sus caderas me recuerdan que soy tan humana que cuando estoy a su lado la echo de menos por estar separadas?
Y solo recibí una señal, entendiendo asi, que las cosas que vienen marcadas no tienen sentido, ni lógica, ni tienen que ser, si no surge el fuego que las alimente y las haga andar y afortunadamente, en nuestro caso, el fuego arde desde hace ya más de cinco meses.