10 de octubre de 2011

Delirios



Amargo como tu café, te echo de menos.
Amarga como el fondo del vaso que descubrí entre las arterias que llevaban al centro de tu corazón, que desde lo alto nos vigila a todos. Controlando sentimientos, controlando miedos y soledades. Haciendo que todo fluya por ellas de forma mágica y atrevida.

E incluso hoy, que duermes a ciegas, debajo de un paisaje de mentira que has creado tu misma para fingir que no existes, despiertas los látidos, rítmicos y sonoros de otras maquinarias ya antiguas y desgastadas por el agua del mar.

Es tan dificil compartirte, tu que siempre pones la sonrisa justa en mi cara y me levantas del fango que creas para enseñarme que de lo más oscuro también nace la luz. Con tus paredes blancas y montañas firmes, coronadas con lo sagrado, me devolviste el  valor perdido con sangre y derramado entre las curvas donde me perdía en cada noche de cada vida que por tu amor entregué. 

Que trabajo, que sacrificio, permitir que otros compartan la ambrosía de tus labios, el sentir de tus caricias y tus brazos acunandome al frío de una noche de verano, salpicada con la sal que siempre dan tus ojos. 
Y me muero por recorrerte de nuevo y otra vez, despacio, derrarmarme en ti y ser solo yo. No la novia, no la amante, no la esposa, no la madre, no la sacerdotisa, ni tan siquiera la guardiana, ninguna de ellas y todas ellas a la vez, rendidas a ti, a tus piernas, a tus pies, a tus labios y hasta la punta de tus cabellos, que siempre eternos regalan la belleza de lo divino cruzando lo humano. 

Tan dificil compartirte que deseo tenerte de nuevo sola para mi y que me atrapes en tus fauces amenazando con no soltarme, que esta vez iré preparada por si decides, robarme de nuevo la identidad y dejarla tirada en un parque esperando a que jamás la encuentre, robarme de nuevo la fe para entregarmela multiplicada por 10 y elevada a la máxima potencia al respirarte, eterna. Volver a sentirme en ti, con quien no tengo que aprender a levantarme porque sin más no me permito caer, no me permito doblar la rodilla y sentirme inválida y pequeña. Eres tu y todo lo que eres y todo lo que tu tienes quien siempre me hace encontrar lo que soy.

Hellas.


1 comentario:

Liz dijo...

Hellas y tú, me gusta :)