En cada una de mis caras pusistes una pieza del puzzle para poder ser completa, maldita y bendita obsesión, que entraste en mi vida casi silenciosa disfrazada de libro de comic, para niños.
Tierra sagrada, morada de los Dioses, incluso llamandote residencia divina mis manos no atinan a contar lo que para mi significas.
Todo y nada, llorar y reir, fuego y agua
Cuna de mis mayores logros, logro de mis mayores deseos, magia pura en cada piedra, bañada por un mar que cuando baja al ritmo de los pasos de Selene deja descubierto el corazón de todos los que murieron por Hellas.
Lugar siempre de comienzos, pais de hombres con coraje, cimientos de lo que somos, ciudades alcanzando un cielo que nunca queda muy alto. Principios sin finales, inicios colmados de metas.
Fuga de mi inspiración, lágrimas que buscan donde posarse y caen en tierra extranjera, en una tierra que no es mía...
Al ritmo de un viejo himno, la melancolía me trepa por la espalda, me clava las uñas en el pecho, tatuandome despacio el nombre de tu historia en mi piel, recordandome en cada minuto lo mucho echo de menos mis pies pisando tu suelo.
Vuelvo a casa
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